HIJEDO. DE ALFOZ DE SANTA GADEA A RIOPANERO. 21.10.12

Las fotos de Antonio
Las fotos de Chete
La ruta

No se como se nos ha ocurrido salir a pasear hoy por el monte Hijedo. Maldonado nos ha engañado. La víspera había dicho que no iba a llover. El día D a la hora H llovía muy ligeramente. Nos acompañó en todo momento. No siquiera a la hora de comer. El cobijo de los pinos nos valió para comer sin la molesta lluvia cayéndonos.
Primer tramo. Suelo pleno de hojas
Hemos partido de una tierra de nadie, junto a una pila de troncos que esperaban al camión que los transportase a la factoría correspondiente. Entre dimes y diretes, éramos 34 personas, incluidos esos personajillos que dicen "papá, ¿cuánto falta?"
Tras un ratito por una pista, nos hemos introducido en el interior del bosque, por una senda que sube y baja pequeñas pendientes y cruzando cauces con poca o muy poca agua.
Por este sendero llegamos hasta el mirador de Hijedo. Hoy con poca vista. Hay niebla y lluvia y no se ve casi nada. Se aprecian los valles por los cuales nos vamos a meter. Desde allí, a la cercana Casa de Hijedo. Se trata de una impresionante casa que en su día debió ser señorial. Dos torres que llamaban la atención. En la Capilla (se ve en las fotos de Antonio) se reverencia a una Virgen Inmaculada embarazada. No hay tantas. Al menos eso nos dijo el dueño de la casa que estaba en la zona cuidando sus ganados. Nos regalaba unos gatos.
Esta pista recorrimos.
Durantela parada nos estábamos quedando fríos, por lo que arrancamos de nuevo rápidamente. Seguimos nuestra marcha descendiendo hacia el arroyo Hijedo. Un descenso con un aspecto parecido a la senda que nos llevó hasta el mirador y la cabaña de Hijedo. En este tramo se empezaban a ver los colores del otoño, pero todavía no aparecieron los colores rojos y ocres que tanto nos emocionan en este momento otoñal.
La fuerte bajada nos llevó hasta el arroyo Hijedo. A pesar de las fuertes lluvias del jueves y viernes pasado el caudal era pequeño y los siete cruces que hubimos de hacer no nos dieron problemas.  
De esta manera, lloviendo, llegamos hasta la pista que cruza el monte y por la que nos dirigimos hasta una cabañita o refugio de la Corva. Allí, ya era hora de comer. A ello nos dedicamos. El refugio fue bajo los árboles o en la cabañita. Cada cual se acopló a lo que pudo para no mojarse.
Hubimos de compartir el monte con una cuadrilla de cazadores. Ellos no pudieron conseguir ninguna presa. Vimos y oímos a sus perros que estaban como locos recorriendo el monte tratando de localizar y levantar se su posición a los jabalíes.
Ya solo nos falta llegar hasta el autobús. Había que subir una cuestecilla por la pista y luego bajar por la carretera hasta el lugar en donde habíamos quedado con el autobús. A alguna su padre tubo que ayudarla y llevarla a "cuchus".  En total hemos caminado desde las 10 y media hasta un poco más de las 3 de la tarde, con una breve parada a comer. 4 horas y media para caminar los 14 kilómetros de la travesía.
Lo que mas he añorado han sido los colores del otoño. Como hoy me han dicho, el color de cada hoja es diferente.
Eso es el otoño en un hayedo.

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