SENDA COSTERA. LOS TANAGOS - SAN VICENTE DE LA BARQUERA

RUTA
FOTOS


Dado que la climatología de esta primavera del año 2.013 no nos deja disfrutar de la playa nos hemos decidido a principios de Junio a recorrer un tramo de costa que desconocíamos. Yo había estado alguna vez en la playa de Prellezo y desde la carretera había visto la desembocadura de la Tina Menor, nunca había llegado a las montañas de la margen derecha  y no sabía lo que me había perdido. Espectacular el sitio.
Salimos desde el restaurante Azul, junto al enlace de la autovía y nos metemos por un camino sin asfaltar que nos llevó hasta una playita que hay en ría, casi en la desembocadura y al abrigo de las olas. En marea alta esta playita no se puede cruzar, pero hay un camino antes que nos lleva, acortando, al mismo sitio. 
Desde el camino de acceso a esta zona podemos ver las aguas tranquilas de la desembocadura de la ría. Siempre se observa la piscifactoría de tina Menor y el talud de la autovía una vez cruzado el río Nansa. 
Al cruzar esta playa, por una vaguada por donde cuando llueve no cabe duda que baja agua, subimos hacia el el monte. Nos metemos por un eucaliptal y por los caminos por donde se ha sacado la madera y que se conservan en muy buen estado. 
Siguiendo estos caminos llegamos a un punto en donde el GPS nos marcha que hay que salirse del mismo. Le hacemos caso y nos metemos en un eucaliptal que en este momento está talado, Menos mal y que el camino se pierde y, por lo menos, al ver la ladera limpia de árboles y pelada sabemos por donde vamos. Enseguida nos encontramos con otro camino que cogemos en sentido ascendente. Unos cuantos zig-zags nos llevan hasta una meseta a la cota 215 aproximadamente. Un rato de reposo ya que hemos subido muy rápido. Es curiosa la geología y la botánica que yo creo que van juntas. La geología de la subida es de materiales cuarcíticos, lo cual permite la vegetación y está poblada de eucaliptos. En la mesetas y la bajada, con materiales similares, el viento de la mar no debe dejar crecer a esta especie y está plantada con pinos.
Una vez cruzada la meseta en dirección a la desembocadura comenzamos a descender vertiginosamente por un sendero que, en mucho tramo, está escalonado con tablones. Algo se facilita el descenso.Así llegamos hasta unos 40 - 50 m. sobre el nivel del mar en la misma desembocadura. Enfrente vislumbramos la orilla izquierda y la desembocadura del río Nansa. El lugar os puedo garantizar que es idílico y merece la pena la visita. Hay cuatro o cinco casas enfrente, en Pechón, cuya ubicación da envidia. Hay que decir que, a mi juicio, no molestan.
El camino llega hasta un mirador, al que la prisa no nos dejó llegar. Por la ladera norte y siguiendo otro camino rodado bordeamos el monte, viendo siempre la mar y siempre subiendo. Este camino nos deja encima del pueblo de Prellezo. Para baajr a este pueblo no se puede cortar por el monte y hay que seguir el camino marcado.
Nuestra intención era seguir por la costa desde Prellezo, pero íbamos con prisa y atajamos. Dejamos sin contemplar la ensenada de la mina, la ensenada de la ballena, la ensenada de Guadán y la ensenada de Berellín, en donde se encuentra la bella y protegida Playa de Prellezo. A cambio recorrimos caminos asfaltados y urbanizaciones en esta localidad.
Por estos caminos llegamos hasta la ensenada de Fuentes en donde tenemos otra pequeña playa que, con marea alta, desaparece. El paso por encima de esta playa es un poco delicado, estrecho y con un cierto riesgo de caída. Con cuidado se pasa.
A partir de aquí no hay camino, pero tampoco hay problema alguno, son prados y rocas y escajos, y brezos y piedras y ... Puedes circular por la costa sin mayores problemas. Nos encontramos con un pescador de caña en el mismo acantilado. Esta zona es una explanada irregular en la que, a veces, pastas animales y en la que hay mucha roca caliza. Vimos dolinas, en las que le tiem
po construirá bufones similares a los que hay en la costa asturiana. 
Aquí la geología ha cambiado. La roca caliza y la proximidad de la costa, hace que la vegetación sea mínima, casi no hay hierba. Algún arbusto, en las zonas protegidas hay escajos y brezos. Hubo un tiempo en que se habló de construir una central nuclear sobre estas rocas.
Poquito a poquito, pisando estos terrenos nos acercamos a San Vicente de la Barquera. Cuando ya divisamos el faro y llegamos a la ensenada de Liñera, decidimos que cruzar el acantilado en ese lugar es demasiado peligroso, por lo que nos subimos hacia los caminos del barrio de Boria, por donde llegamos a unas urbanizaciones en donde teníamos un coche aparcado. 
Como colofón, tendremos que volver a recorrer los acantilados de Prellezo a los que, la mala consejera de LA PRISA, no nos dejó llegar. Nos encantó la bajada y la desembocadura de la ría. En en el enlace de la arriba podéis ver la ruta y las fotos.

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