RECORRIDO EN OTOÑO POR EL SAJA. TAJAHIERRO - POZO DEL AMO. 18.10.15

RUTA
FOTOS

Nueva marcha que realiza el Grupo de Senderismo de la Asociación de Padres del Colegio de San Agustín de Santander.
Esta vez, aprovechando el otoño, nos hemos introducido en la reserva de Saja, en sus bosques y hayedos, y hemos recorrido desde Tajahierro al Pozo del amo.
Acebo lleno de frutos
La priemra parte de la caminata es un  poco aburrida y por la pista que cruza los puertos de Sejos. Son unos 8 kilómetros por la pista. Un poco ascendente. Hemos subido desde la copta 1.177 hasta la cota 1.560, que es la cumbre de nuestra marcha.
Rojos y ocres del otoño
Durante la marcha he hecho algunos atajos. El primero desde la Venta de Tajahierro hasta que hemos entrado en la pista. Cruzamos por el prado en donde pastan los caballos y hemos saltado una cerca de alambre espino.
Un serval junto al puente del Saja
Luego la pista. Bonitas vistas del valle de Cabuérniga. Mirando hacia atrás veíamos como, por el puerto de Palombera, quería entrar la niebla hacia el valle de Cabuérniga. No podía ya que el viento soplaba en dirección contraria. Incluso en algún caso, subía niebla desde Cabuérniga.
Nuestra caminata por la pista nos llevó a cruzarnos con el río Saja. Allí, en un puente, es donde paramos a comer. Habíamos comenzado a las 11 y ya eran casi las dos de la tarde.
En una pequeña bajada me separo del camino y me cruzo por los prados. Dejo el grupo con intención de entrar en zonas algo escondidas y tener la suerte de ver algún venado. Nada de nada. De esta madera llegamos a las cabañas que hay por los puertos, y bajamos al puente sobre el incipiente río Saja.
Colores en e sendero
Paredes de roca
Después de comer nos metemos por el sendero de bajada. Ya todo descendente. Sendero. Estrecho en algún caso, muy húmedo. En ocasiones el camino es el propio canal de desagüe. Hay rutas grabadas por otro lado de la montaña, pero esta ruta está perfectamente marcada. Hemos cruzado el río pisando las piedras, primero y por un puente de madera más tarde. Hay algún paso embarrado, pero todo vale hasta llegar al, bosque. Aquí empieza la sinfonía de colores ocres, amarillos y rojos propios del otoño.
Nos quedan unos 8 kilómetros por este camino, sin perdida, solo hay que seguirlo hasta llegar de nuevo a la carretera. No te aburres de ver árboles con sus formas extrañas, de todo tipo: acebos, serval, hayas, cagigas. También geología. Mucha estratificación de conglomerados de cantos rodados. Enfrente cruzando el rio, se observan altas paredes de roca a las que la erosión va rompiendo y quebrando.
jaya cruzá
Una piedra de impresionante tamaño nos la encontraos junto al camino haciendo de dintel sobre dos pilares. Las líneas rectilíneas parecen dar a entender que son obras del hombre, pero ese imposible. La naturaleza hace ese trabajo.
Jaya cruzá
La humedad es importante, y fruto de ello son las inmensas masas de musgo que aparecen, de gran espesor, 4 – 6 centímetros, blando, mullido.
La “jaya cruzá” es alguna de las hayas que tiene un crecimiento anómalo: no está vertical. En algún momento su tronco se ha puerto horizontal y luego ha vuelto a crecer en su sentido natural.
Nuestro día no ha sido soleado, ha estado siempre nublado. Ello no nos ha impedido disfrutar de los colores del hayedo en otoño.
Que lo disfrutes.

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