"MI CAMINO LEBATIENGO" ETAPA 2. SANTILLANA - SAN VICENTE




RUTA


Teníamos o queríamos, no sé, hacer el camino lebaniego entre Santander y el Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Lo hicimos, entre el miércoles 24 y el sábado 27 de agosto del año 2.016. Así en cuatro días, sin  parar a una media de más de 30 km al día.


ETAPA 2. SANTILLANA DEL MAR – SAN VICENTE DE LA BARQUERA. 25.08.16
Nuestros sentimientos están encontrados. Queremos quedarnos en la cama. Nos dueles los tobillos, nos duelen las piernas, tenemos que madrugar y pesamos en que tenemos que caminar unos cuantos, bastantes kilómetros con los 10 kg de mochila.
Llegando a Cóbreces
Hemos “engañado” a Reyes para que nos lleve a Santillana a iniciar la segunda etapa. Llegamos y tras aparcar vamos a cumplir con las tareas de rigor previas a cualquier cosa de estas: tomas u café. Fuimos al bar de la esquina del cruce de Santillana que nos trataron a batacazos. Parece que los camareros no tenían ganas de trabajar. Las necesidades fisiológicas me llevaron al baño y no había papel. El café no fue nada del otro jueves. Vamos un poco desastre, aparte del plumazo que nos dieron. Cerrado por una larga temporada.
Agarramos la mochila por las correas, la echamos al hombro, la atamos a la cintura y al pecho y comenzamos a caminar. La ruta de hoy la hemos hecho prácticamente toda ella por la carretera. Subimos, a la sombra, hasta la rotonda, llegamos a Oreña, Caborredondo, Viallán, Liandres. Casasola,  Toñanes y ya avistamos Cóbreces. Las agujas de las Iglesias del pueblo destacan en el horizonte.
Saliendo hacie el Tramalón
En esta localidad hay control de avituallamiento doble. Por un  lado, el queso de los monjes trapenses tiene fama. Hemos parado a comprar un queso para llevar. Un kilo más a la mochila. Por otro lado mi amigo Jesús Urtiaga está de vacaciones con la familia en casa familiar. Había que pegar la manga y tomar una cerveza. Llevamos ya dos horas de caminata y empieza a hacer calor “en arte”.  Eso hicimos. Un rato de sombra, quitar el peso de la espalda y tomar una lata de cerveza con unos toques de limón que sienta más que bien para reponer electrolitos.
La torre de esa vivienda es espectacular
Seguimos caminando. Jesús nos acompañó un rato para salir del pueblo y evitarnos la bajada y subida del Tramalón. Nos llevó por un sendero por la parte de atrás del pueblo, que nos llevó a la carretera de la sierra por donde caminamos solos, sin la presencia de coches. Es carretera por antigüedad no por necesidad de que así sea.
La iglesia de la Virgen del
Remedio
Al llegar a la venta del Tramalón, cruzamos la carretera y nos metemos por las calles y caminos que unen Trasierra con la Virgen del Milagro. Esa carretera la asfalté hace unos añitos. Por ella caminamos tranquilitos, viendo las imponentes viviendas que hay construidas, vislumbrando la mar, descansando la vista y sufriendo el calor del sol. Los pies siguen resintiéndose ya que caminamos por asfalto. No hay atajos.
Llegamos a la Iglesia de la Virgen del Remedio. Allí hay un bar que nos trataron muy bien, En la terraza, en la calle, pedimos unos aquarius que vinieron acompañados de la tapa de frutos secos. Como no hemos comido nada desde el desayuno nos llenaron el agujero con productos y nutrientes  necesarios.
La plaza de Comillas
Seguimos otra vez por la carretera y llegamos a Comillas. Cruzamos por el medio de la Villa. Vimos algunos de los imponentes edificios, la plaza del Corro, el palacio del Marqués,… y seguimos en dirección a La Rabia. Queríamos parar a comer algo en algún restaurante fuera de Comillas, pero no vimos nada y seguimos caminando,
Por el carril peatonal – bici paralelo a la carretera hemos llegado hasta la ría de la rabia, que cruzamos por un puente, a la ría del capitán, aunque cruzamos por otro puente y cogemos la carretera de Oyambre. Enseguida llegamos a la primera entrada a la playa, junto al camping y nos metemos en el restaurante Pájaro Amarillo a comer algol. Ya tenemos sed y hambre en serio.
Cayeron un par de bocadillos, unas bebidas, un café y una hora de descanso. Pero había que continuar. Nuestra meta está cerca, pero…
La ría de la Rabia
A pleno sol comenzamos a caminar de nuevo sobre las 4 de la tarde. Cuesta arriba hasta llegar a Gerra. Hay un carril peatonal al borde la acera que nos ha protegido de los vehículos que iban relativamente despacio. Casi en la cumbre apareció la primera visita del día, Iñaki asomó en su “Harley” y en bañador. Quedamos con él en San Vicente. Y seguimos. Contemplando la playa de Oyambre y los prados que la rodean.
Ya asoma la Playa de San Vicente
Nada más cruzar Gerra buscamos un camino sin asfaltar que nos llevó a la playa de San Vicente. Está la marea baja y merece la pena caminar por ella. Nos evitamos dos pequeñas subidas y bajadas y nos permite caminar descalzos. Parecemos un poco ridículos con las botas colgadas de la mochila y totalmente vestidos caminando por la playa. Pero la gente ya no se hace ascos de nada. Nadie nos miró como bichos raros.
Los pies se han refrescado convenientemente al caminar por la orilla del agua, los tobillos se han reforzado, las ampollas se han limado de manera natural,  creo que todo han sido circunstancias beneficiosas.
Así caminando hemos llegado hasta el final de la Playa y nos hemos dirigido al apartamiento e mi hermana Isa, que nos estaba esperando para darnos alojo.
Un rato de playa y luego un par de visitas de estos caminantes. Toño que ha venido de Santander, solo a vernos y José Manuel y su esposa Cristina que ya son vecinos de San Vicente. Una cerveza en compañía siempre en bueno y la charla viendo el atardecer en la ría de San Vicente un placer inexcusable.
Nuestro ultimo tramo por la playa




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