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RUTA:
RUTA:
Por la orilla del Ebro |
Hoy nos queremos dar un paseo por
el sur de la región, sin salirnos de ella, en el valle de Valderredible. Nos
hemos acercado a Villaescusa de Ebro para desde allí comenzar a caminar.
Tras ponernos los equipos,
salimos por la orilla del río en dirección ascendente por el GR99, el Gran
Sendero del Ebro. Lo caminamos hasta San Martín de Elines.
Este primer tramo lo hemos hecho
embebidos en la niebla que llenaba esa parte del valle. Es un camino de conexión
entre ambos pueblos: Villaescusa y San Martín de Elines. Lo cierto es que, ni
con mucho, esperaba un momento tan espectacular. Estamos en pleno otoño, casi
al final. Todavía hay muchas hojas en los árboles de colores amarillos, rojos,
granates, ocres,… Siempre piensas que con la luz clara del sol, limpia, a
contraluz, aprecias mejor estos tonos. La verdad es que el día nublado no ha
permitido disfrutar mucho lo indecible de estos colores hoy. Pensaba en un tramo
aburrido y ha sido el mejor tramo de toda la mañana.
La colegiata emerge entre la niebla |
Al llegar a San Martín de Elines,
cruzamos el pueblo por la orilla del río y llegamos a la colegiata románica.
Todavía había niebla y su torre circular emergía entre ella. Nos sigue molestando
para contemplar la colegiata la casa del cura. ¡¡¡Qué le vamos a hacer!!!
Aunque era pronto hemos aprovechado
para comer el aperitivo de media mañana. Reponer fuerzas para subir la cuesta
que nos llega ahora, de unos 2 km, que nos lleva hasta la Lora, la meseta elevada
sobre el fondo del valle del río Ebro.
Cuando coronamos, la niebla ha
desaparecida y no pudimos contemplar ese maravilloso espectáculo que es un mar de nubes. Ya está despejado luce
el sol y caminamos por el borde del acantilado. Nos dirigimos hacia la torre
de un repetidor que se ve a unos 800 m. La vegetación de la meseta es escasa,
muy poca. Algunas encinas enanas, hierba muy rala, algún espino,…
Osario de las reses dejadas para alimento de los buitres |
Cuando nos acercamos al borde el acantilado,
en la pared del mismo, contemplamos un bosque de hayas, cajigas, castaños,
espinos, en pleno otoño con sus colores propios. Pero en cuanto se corona la
meseta de la Lora, la vegetación se resume. No hay sustrato y los vientos, como
norma general, son molestos. En lontananza
se ven algunos aerogeneradores. En la provincia de Burgos se puede instalar, en
Cantabria no.
Bosque a media ladera. hay cacería de jabalíes |
Al legar al repetidor nos dio
miedo seguir por la misma cresta del acantilado. No estaba muy marcado el
sendero y, lo poco que se vislumbra, da la sensación de peligrosidad. Hemos
preferido huir recortando. Vamos recorriendo o el terreno buscando el descenso a
Villaescusa de Ebro por El Tobazo.
Tenemos que cruzar dos valles
internos de la Lora que desaguan en el Ebro pero que no son los nuestros. Caminábamos
a campo través, sin ningún problema. Superficies duras con piedras y algo de vegetación,
sin grandes desniveles lo que permite caminar sin riesgo alguno, se ve ningún animal.
Algún que otro insecto se ha dejado fotografiar.
La surgencia de El Tobazo. Hoy seca |
Al final llegamos a la vaguada
que desciende hacia el Tobazo y comenzamos por el sendero, algo marcado, de la margen
izquierda del valle de descenso.
Las surgencias y manantiales de
El Tobazo están en la margen derecha del valle por lo que hay que buscar el
cruce y descender. Al final encontramos un paso, que está complicado y tiene cierta dificultad para guarda el equilibrio.
Tal es así que en un tramo se ha instalado una cuerda de acero recubierta de
plástico. Se la ve reciente. Esa cuerda te da una cierta seguridad, ya que no
garantía. Ya digo, ese tramo de descenso PELIGROSO.
El valle del Ebro, entrando en los cañones |
Llegamos a la zona del Tobazo y
nos acercamos al manantial que en su día dio agua para regadíos. Hoy no se
utiliza. Sigue manando agua en el momento actual. Sin embargo, la cascada de
toba, la conocida por El Tobazo, está seca. No tenemos el gran espectáculo que
nos proporciona la naturaleza.
Ya en esta situación, buscamos el
sendero de descenso. Vemos alguna cueva más creada por la naturaleza. En este
caso, las cuevas no se han formado por erosión sino por sedimentación o cementación
de los solutos que lleva el agua que ha cruzado las masas de roca caliza de la
Lora.
El suelo de la chopera tapizado de hojas |
El descenso hasta Villaescusa de
Ebro se hace por el bosque de árboles autóctonos del que antes hemos hecho referencia
que se aprecia a media ladera. Hayas, robles, cajigas, espinos y al final en el
borde del río chopos. Hay que destacar que la chopera del final estaba tapizada con las hojas casi verdes que habían caída los
árboles.
En definitiva una marcha corta,
de unos 1 km con varios ambientes para gozar de la naturaleza y de la compañía.
Que lo disfrutes
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