Hemos hecho una marcha en principio
sencilla entre Rozadío y Tudanca, en las orillas del rio Nansa.
Salimos de Rozadío. Hoy un poco más abajo del pueblo ya que hemos dejado el vehículo aparcado en casa de un amigo que luego ha ido a Tudanca a buscarnos. Se trata de una ruta lineal y nos tocaban bajar otra vez 12 km para llegar al principio.
Puente de Rozadío |
Los primeros tramos por el pueblo
de Rozadío asfaltados. Cruzamos el río nansa por un puente y nos metemos en
pistas de acceso a fincas. Caminos cómodos y fáciles, con poca o nula
pendiente. Muchas portillas para pasar de finca a finca que abrías y cerrabas,
o, incluso alguna de ellas, tenía un hueco para el paseante.
Al cabo de un par de kilómetros el
camino se convierte en sendero limpio y practicable, sin mayores problemas.
Caminamos por la margen derecha del
rio (siempre es en el sentido de descenso del río y nos cruzamos con varios
valles menores, cada uno de ellos con su arroyo correspondiente.
Estamos en agosto y ha llovido bastante
estos días atrás, por lo que el camino este húmedo, Pisamos muchas piedras mojadas
y muchos tramos con barro. Esto es caminar por la montaña.
Los caminos son y están muy húmedos. Hay mucho musgo o algo similar pegado al suelo y las piedras que pisamos que hacen que el tránsito sea resbaladizo. En las subidas y bajadas y en cada paso es preciso pisar con cuidado para no dar con tu cuerpo en el suelo.
Un tramo del camino |
De esta manera llegamos a un puente sobre el Nansa. No tiene nombre alguno, que yo sepa. Nosotros seguimos por la margen derecha del rio, por la que vamos sin cruzar y enseguida nos encontramos con una bella cascada que es uno de los valles laterales que desaguan en el Nansa.
El camino empieza a estar ahora
bastante sucio de vegetación. Este tramo entre este puente y el llamado Puente
de Sarceda nos ha costado bástate. El camino se desdibuja en el terreno, la vegetación
exuberante –helechos y zarzas- tratan de ocupar su dominio y casi lo consiguen.
Un atisbo de camino y un brazo con un palo de senderismo nos ha abierto el
paso. Algún momento hemos estado en la misma orilla del río. En esta zona nos
ha tocado buscar algún prado y cruzar nuestro discurrir por el mismo.
Al llegar a la altura de este
puente –Puente de Sarceda- la cosa ha cambiado radicalmente. Comenzamos por la
pista y enseguida nos salimos de ella por un sendero limpio y marcado. Esa ha
sido ya nuestra tónica hasta el final de la ruta. Lo peor es que ahora así toca
subir. Lo mejor es que hay mucho tramo en sombra. Hoy no ha salido el sol
mientras caminábamos, estaba oculto tras las nubes, pero la humedad y la buena temperatura
nos ha hecho sudar de lo lindo. Tampoco nos ha preocupado.
El río Nansa |
Cuando nos estamos aproximando a
un alto vemos dos pueblos y pensamos: ya hemos llegado. Nos faltan casi 2 km.
El primero de los pueblos Santotís, está en la otra margen del río, el segundo
de los pueblos es el conjunto de Tudanca – la Lastra, el que queremos llegar.
Preciosa cascada que vimos en nuestro camino |
Tras un tramo de baja, otra fuerte subida, incluso algún tramo hormigonado, hasta llegar al núcleo de Tudanca. Caminamos un rato por él hasta que nos encontramos con nuestro chofer y su vehículo, junto a la Casona de Tudanca, que, tras asearnos y cambiarnos de ropa, nos ha bajado a Rozadío y a Celis a recoger nuestro coche y a llenar nuestra andorga.
El sendereo cerca del final |
Si me dices, igual es mejor hacer
la ruta al revés, cuesta abajo. Hemos ido despacio pero hemos terminado cansados.
Es una ruta rompe piernas, muchas subida y bajada que te aburre y te agota.
Que lo disfrutes.
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